dilluns, 2 d’octubre del 2017









Lo de ayer no fue imponer la legalidad, 
lo de ayer fue brutalidad policial, represión y ensañamiento 
con personas pacíficas cuyo único delito fue querer votar. No soy 
nacionalista catalán (no soy catalán), ni tampoco nacionalista español 
(aunque en mi DNI dice que soy español, soy más de sentirme y pensarme 
como ser humano, sin banderitas de un color o de otro), entiendo que el referéndum 
convocado por la Generalitat de Catalunya pueda considerarse ilegal o inconstitucional, 
pero eso no le da derecho a nadie a actuar como lo hicieron ayer esos hooligans 
disfrazados de policía y guardia civil. Así no se trata a la gente, así no se 
defiende ninguna idea, ninguna legalidad, ninguna constitución ni 
ninguna bandera, porque en el mismo momento que tratas así 
a alguien tu legitimidad queda automáticamente invalidada. 
Repito, no soy catalán, pero ayer me sentí orgulloso de 
ellos y de ellas, y quizá algún día, como la cosa 
siga así en este país llamado España, 
iré a perdirles asilo político.